Para quienes se animen a llevar a sus chicos, lo que sin duda alentamos, traten de transportarlos al mundo del siglo XIX. Una vez que ellos puedan imaginar calles de casas de una o dos plantas apenas iluminadas, mujeres con vestidos largos, carros con caballos y algun primer coche, recuerdenles los inventos que empezaban a surgir y el asombro que causaban la aparición del cine, los aviones, los edificios altos. El movimiento, la velocidad, las ciudades
que crecían, esa sensación vertiginosa de progreso es lo que inspiró las obras de esta exhibición.
Quizás uno de los desafíos más grandes que tenemos al hablar de arte con los chicos es ponerlos en contexto, es mostrarles que una obra que hoy puede parecernos opaca o nada especial pudo nacer de un acto de audacia que más de un dolor de cabeza puede haber dado a su creador.
No están solos en la tarea de interesar a los chicos en esta muestra. El departamento de Educación de la Fundación Proa preparó para los chicos que recorran esta exhibición un kit con actividades. Pídanlo en la entrada y disfruten del futuro que una vez fue.
Tomás construyendo su flor futurista - Gentileza Fundación Proa
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